Suite Favorita: Atom Heart Mother
Canción Favorita: If
1) Atom Heart Mother 2) If 3 ) Summer ’68 4) Fat Old Sun 5) Alan’s Psychedelic Breakfast.
Entre los numerosísimos discos de Rock que existen hay una categoría de ellos que tiene una suerte muy particular. Se trata de aquellos que por alguna razón, se los considera, en el catálogo general de una banda, discos mediocres. No malos ni execrables, simplemente discos tibios, mediones, simples excusas para salir de gira o para rellenar un hueco creativo mientras se prepara la siguiente obra maestra.
Sin embargo, en algunos de estos casos, cuando uno finalmente decide darles la oportunidad, después de haber escuchado lo más granado de la discografía del grupo en cuestión, y se acerca a la placa con expectativas medias se lleva una sorpresa más que agradable. Y de repente descubre una joya escondida, o se da cuenta que a veces la crítica puede ser muy subjetiva, o conecta de una forma especial con el espíritu de la placa por razones personales, etc.
Generalmente son trabajos que no son pálidos en sí, sino que se ven eclipsados por un álbum inmediatamente anterior y/o posterior. Ejemplos sobran y cada banda importante parece tener al menos uno: Beatles For Sale, Between The Buttons y Satanic Majesties, The Soft Parade, A Quick One, Pendulum y miles más. En el caso de Floyd este nada envidiable puesto parece corresponderle a Atom Heart Mother.
Injustamente catalogado como un mero disco de transición, esta placa esconde un trabajo muy interesante en cada uno de sus cinco tracks y especialmente en la pista titular.
Después de haber pasado dos años post-Barret coqueteando con el rock espacial y la música de vanguardia y sobre todo trabajando en bandas de sonido (3 de ellas para esta época, la última de las cuales, la de Zabriskie Point, les había dado más de un dolor de cabeza) los cuatro Floyd parecen encaminarse finalmente en una dirección aquí. Retomando la idea de «suites» que habían esbozado en su segundo disco y en menor grado en Ummagumma, Waters y Cia. deciden subirse al tren del Rock Sinfónico a gran escala. Para ello unieron fuerzas con el compositor de música electrónica Ron Geesin (que también colaboró con Waters en otra banda de sonido, esta vez para un documental, llamado The Body). El producto de esta colaboración fue el tema Atom Heart Mother, una larga composición de más de 23 minutos que ocupaba la cara A del vinilo en su totalidad.
Incluyendo a una orquesta y a un coro, este nuevo proyecto consistió en combinarlos con la propia banda y dar luz a una sinfonía rock. Y lo que lograron es más que interesante. Se trata de uno de los mejores y más complejos trabajos que dio esta agrupación. Sin embargo, generalmente la crítica y aún los propios músicos tienden a denostarla. Quizás la falta de un concepto claro (difusamente relacionado con la maternidad), en comparación con sus obras posteriores, es una de las razones. Pero si nos atenemos simplemente a la música, el resultado es brillante.
Dividido en seis partes, Atom Heart Mother respeta vagamente algunas reglas de las sinfonías clásicas (un movimiento enérgico seguido de otro más tranquilo, un motivo inicial que se repite a lo largo de las secciones). Las 3 primeras partes son sencillamente magníficas, comenzando con la majestuosidad del tema principal (Father’s Shout) tocado por la orquesta, el cual es seguido por un intermezzo de violín y órgano muy reposado y finalmente la entrada de la banda llevados por la guitarra líquida de Guilmour que se acopla a la perfección con el ensamble orquestal.
Breasty Milk, a continuación, es la entrada del coro en escena, con las voces dibujando una melodía etérea que crece en intensidad, sobre la base del órgano de Wright primero y todo el grupo después. Aún más logrado, en mi opinión, que el réquiem análogo de A Sauceful Of Secrets.
Un climático ritmo de órgano y bajo introduce la mejor sección de la obra , Mother Fore, con los Floyd haciendo un ejercicio funky que sirve de acompañamiento a una interpretación descollante de Dave en la guitarra (donde Guilmour da finalmente muestras de su propio estilo, sin limitarse a imitar a Barret o a adecuarse al formato de los distintos experimentos que transitó el grupo con anterioridad ). El trabajo de teclados y bajo es sencillamente genial. La orquesta se va metiendo lentamente en este movimiento y el coro ingresa con un trabajo rítmico que suena por momentos acusador, como si se estuviera juzgando a alguien aunque en realidad es pura onomatopeya. Poco a poco sale de este patrón rítmico para volverse más melódico, llegando a un nivel operístico en el climax final, que desemboca en la repetición del leit-motiv de Father’s Shout.
Y a posteriori, vienen las partes más controvertidas de la obra, las que reciben más palos. Funky Dung y Mind Your Throats son las concesiones a Geesin, y entonces se suceden una serie de ruidillos electrónicos y experimentaciones varias durante 4 minutos que parecen totalmente desencajadas con el resto de la pieza. Sin embargo, basta pensar en Ummagumma para recordar que Floyd en espíritu todavía no estaba muy lejos de estas cosas, y considerándolo en ese contexto su inclusión no está tan fuera de lugar. Mind Your Throats particularmente, es una reexposición de distintos motivos de la sinfonía entremezclados entre sí.
Reemergence es la vuelta del tema central y la transición del movimiento caótico anterior a éste se hace de manera muy natural, aprovechando los motivos comunes. Los 3 minutos restantes son una revisión de Father’s Shout, levemente modificado con la inclusión de las voces para conducir al apoteósico final. Y no tengo mas que aplausos para este viaje musical. Una muestra de genio de principio a fin, un trabajo que merece su lugar de relevancia al lado de Echoes o Shine On You. Aunque no todos los fans de Floyd piensan así, claro. Y otra razón de que desmerezcan esta obra quizás sea por considerar que Geesin tuvo demasiada participación, no sólo en las secciones mencionadas sino porque escribió las partituras orquestales, pero lo hizo sobre ideas tiradas por la banda y además las intervenciones del propio grupo constituyen buena parte de los mejores momentos. Simplemente fue una combinación feliz de recursos y este opus se merece mucho mejor tratamiento del que tiene.
Pero no todo es Atom Heart Mother en Atom Heart Mother. Para cubrir el lado B los tres principales compositores de la banda aportaron un tema cada uno y otra composición grupal (sin Geesin). Por entonces Waters, Wright y Gilmour estaban interesados en cosas distintas y eso se refleja en estos tracks, que constituyen una adecuada muestra de las características de cada uno: el folkie, el músico pop influenciado por los Beach Boys y el tipo que le encanta componer canciones con melodías agudas para demostrar cuan dulce puede sonar su voz.
If, el tema de Roger continúa la veta acústica de los temas de More y Ummagumma , con una excelente melodía que sirve a una letra muy personal, donde el bajista comienza el proceso de revelarnos parte de sus demonios internos. Para acentuar este carácter intimista hay un pequeño intermedio instrumental donde la guitarra de Dave simplemente llora, atrapándote en su melancolía, con los teclados dibujando un paisaje muy emotivo. En el futuro Roger va a vestir sus creaciones introspectivas con ropajes más pomposos, pero en estas viñetas folk demuestra que es lo suficientemente genio como para recurrir a lo mínimo.
El tema del tecladista toca un tema más banal, aunque lo hace de una forma bastante original. Summer ’68 es una oda a las relaciones de una noche y cuando otros músicos hubieran grabado un rock and roll sucio para describirla, Rick recurre a un perfecto tema pop. La melodía de las versos es suprema, con un piano soberbio. La referencia a los chicos del surf aparece en el estribillo (How you feel, how you feel…) y en el juego de voces que le sigue al mismo. No tengo idea si Wright realmente escuchaba al grupo de Brian Wilson, pero no es el primer tema donde aparecen estas semejanzas, en singles de Floyd como Paintbox o It Would Be So Nice (que hasta tiene un título muy similar a cierta canción de Pet Sounds) se aprecia también cierta influencia de los Beach Boys post-Smile. Wright incluye una parte instrumental de bronces que suena muy bien, ejecutando un motivo barroco, pero que queda un poco como forzada, fuera de lugar con el espíritu de la canción. Podría haberse reservado ese brillante pasaje para otro tema, con otro tópico. De todos modos, es quizás el mejor aporte de Richard como compositor al catálogo del grupo.
Y el tema de Dave, Fat Old Sun es una reposada balada que el guitarrista canta suavemente, sobre un colchón de guitarras acústicas y órgano. Me hace acordar un poco al Long Long Long de Harrison, porque la esencia es la misma (aunque me gusta más la canción del Album Blanco). Bucólica, perezosa, aunque de cierto interés, con unos juegos melódicos poco comunes . Lo mejor del tema está en el final, en el largo solo de guitarra que lo despide. Esa coda hace que la canción pase de ser notable a buena.
Para concluir tenemos a Alan’s Psychedelic Breakfast, el otro esfuerzo mancomunado del álbum. A diferencia del avant-garde de Ummagumma, esta pieza experimental contiene mucha música. La idea es recrear algo tan cotidiano como un desayuno, en este caso del roadie de Floyd Alan Stiles (de hecho es su voz la que se escucha a lo largo del tema). Mientras Alan abre las puertas de las alacenas, pone el agua , hierve el tocino y se sirve cereal se van intercalando tres segmentos musicales, como si el hambriento roadie fuera seleccionando distinta música para acompañarlo en esta nutritiva tarea matinal. La primera selección, es un dueto de órgano y piano que parece compuesto por un Bach japonés, muy melódica y cambiante. Después Alan se relaja con un tranquilo pasaje de guitarra acústica, muy apropiado como contraste al vigoroso motivo anterior. Y la última pieza en el equipo de sonido es la mejor y sirve de magnífico cierre. Es un climático instrumental con la banda a pleno, que trascurre a través de distintas modulaciones de acordes, con el teclado de Wright llevando la batuta. Es una especie de mini-sinfonía a su vez, retomando algo de la complejidad que escuchamos en la cara A, y sirve de ejemplo de que Floyd no necesita de grandes orquestas para hacernos volar con su combinación de sonidos. Cuando termina, sólo se oye el goteo de la canilla de la cocina, que al parecer Alan no cerró muy bien. En algunos vinilos este sonido se repetía infinitamente hasta que lo sacabas del equipo, porque fue grabado en la sección central del disco donde la púa patina hasta que alguien la retira.
En mi opinión, es Atom Heart Mother donde la banda se encuentra por primera vez con su sonido clásico. En los próximos álbumes este encuentro se irá perfeccionando y puliendo, pero este primer intento es más que satisfactorio. Contiene dos piezas, que justamente son las colaboraciones grupales, que superan todo lo que el grupo había hecho hasta este momento e incluso, se cuentan entre sus mejores creaciones. Además tenemos tres canciones que suman al proyecto. Si bien la de Guilmour simplemente cumple, las otras dos no tienen nada que envidiarle a anteriores esfuerzos de sus respectivos creadores (incluso diría que Rick se supera a sí mismo aquí).
El problema de la placa es , entonces, que después vendrían trabajos aún más redondos. Y que en perspectiva, la Madre Atómica se vería injustamente relegada al período de prueba y error, a la época experimental y vanguardista, donde a veces se conseguían cosas sublimes y a veces, sencillamente, había demasiada autoindulgencia. Para este humilde servidor, eso es incorrecto. Este es el inicio del camino definitivo, con algunas vacilaciones y carencias, como la falta de hilo unificador, pero con la mayoría de las características del sonido Floyd ya prácticamente en su lugar. Musicalmente, un deleite. 9-
Pd: Más allá de la opinión generalizada sobre este disco, es interesante destacar que fue un éxito de ventas en su momento, catapultando por primera vez a la banda al primer puesto de los charts británicos. Notable.
Gregorio Caldentey.